Libros

Memorias de Idhún: Tríada

La segunda parte de Memorias de Idhún me encantó todavía más que la primera. La historia ya empieza cuando los protagonistas llegan a Idhún y, gracias a Ashran, no pueden volver a la Tierra.

Mientras que Kirtash ha vuelto a casa y está en un mundo que conoce bien, Jack y Victoria tienen que aprender a vivir en un mundo que para ellos es totalmente desconocido. Los espíritus de Yandrak y Lunaris se sienten en casa por primera vez en muchos años, pero los dos adolescentes tienen sentimientos encontrados al sentirse meros objetos de una profecía que les obliga a luchar por un mundo que aún no sienten como suyo.

Este libro es un viaje de los tres protagonistas para encontrarse a sí mismos. Jack necesita aprender a ser un dragón, a transformarse y a dejar que Yandrak vuelva a volar. Para eso se va a Awinor, la tierra de los dragones. Un viaje peligroso en el que lo acompaña Victoria, ya que ella es incapaz de separarse de él en ese momento y su capacidad para transformarse en Lunaris puede ayudar al joven chico en su viaje.

Por otro lado, Kirtash necesita espacio. Su parte shek está muriendo rodeado de tanta humanidad. Los sheks son criaturas muy complejas con mentes muy fuertes y sentimientos muy profundos. No sobreviven bien en una comunidad de humanos y Kirtash está negándose a su naturaleza una y otra vez al no acabar con el último dragón, su enemigo por instinto. Así que necesita respirar, volver a conectar con el shek que vive en su interior y recuperar su espacio lejos de todos, incluso lejos de Victoria, a quien ama con la misma fuerza que Jack.

A pesar de ambos viajes, el punto de inflexión llega cuando Kirtash y Jack pelean a muerte y el dragón acaba cayendo a una sima de lava. En Idhún, Victoria siente en lo más profundo de su ser la muerte de Jack y se convierte en lo que se convierte cualquier unicornio cuando les quitas a alguien a quien ama: oscuridad pura. Es esa misma oscuridad la que la hace perseguir a Kirtash por todo Idhún para vengar a su dragón, a pesar de saber que una vez mate a Kirtash ella morirá con él, pues ama a ambos con la misma intensidad.

Jack, en cambio, se encuentra atrapado en Umadhun, el mundo de las serpientes aladas. Acompañado de Sheziss, que tengo que decir que es mi personaje favorito de toda la trilogía, aprende a ser dragón de la mano de un shek. Pero también aprende a tener un punto de vista más amplio y aprende a ser un poco shek mientras encuentra la versión del dragón que quiere ser. Cuando Sheziss lo salva y le cuenta la historia de ambas especies, Jack debe decidir si sucumbir a un odio inculcado por unos dioses caprichosos que crearon a dragones y sheks para librar sus batallas o quiere intentar revelarse y convertirse en alguien con decisión propia, más allá de lo que el instinto le inste a hacer.

La descripción de ambos mundos, la exposición de sentimientos en carne viva y la capacidad de Laura Gallego de crear mundos a través de palabras hacen este segundo libro un paraíso en el que perderse y reaprender lo aprendido a lo que sentimientos y relaciones se refiere.

Laura ha creado dos mundos, siete dioses y una profecía que liga hace de la historia una obra de arte. La reunión de los tres adolescentes y como se dan cuenta de que los tres están unidos más allá de cualquier profecía, la revelación de quien es realmente Sheziss y su venganza personal, la guerra entre Ashran y los tres protagonistas… Es un libro que hace reír, sufrir, llorar y enamorarte una y otra vez de un mundo en el que parece que todo es posible, desde ver un cielo con tres lunas hasta poder convertirte en maga cuando un unicornio te elige.

Perderse en Idhún de la mano de Jack, Kirtash y Victoria es una aventura que no quieres que acabe nunca.

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *