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Hasta que dejé de buscarte

He llegado, me ha costado mucho pero, por fin, estoy aquí.
Un lugar que me regalaste y que supe hacer mío.
Más allá de la frontera de Limbhad y su noche eterna, bajo la luz de las tres lunas todo parece
posible, hasta estar aquí sin ti.


¿Sabes cuál fue nuestro error? Pensar que podríamos compartir un mundo de sueños cuando
somos tan contrarios.
Tenías razón cuando decías que este mundo era mágico, y que feliz soy de poder pasear bajo
estas estrellas y sentir la mirada de las tres diosas que dan nombre a sus lunas.
Y ahí es cuando nos equivocábamos.


Idhún es un paraíso que no podemos compartir. Dejó de ser tu mundo cuando todos los tuyos
desaparecieron y los míos pudieron regresar de la mano de una fuego devastador y una deidad
caprichosa.
Debiste saber que Umadhun no estaba hecho para ti. Demasiado frío y silencioso, no es lugar
para un Dragón, y menos un lugar para esperar a un Shek.


Recorrimos mil mundos y mil vidas para encontrarnos y perdernos. El problema siempre ha
sido que nos hemos perdido todas y cada una de las veces, hasta que dejé de buscarte.
Hasta que comprendí que mi mundo dejó de ser el tuyo en el momento en el que me diste la
llave.
Hasta que llegué a Idhún y tú ya no estabas esperándome. Hasta que dejamos de recorrer
tiempo y espacio para encontrarnos y lo hicimos para perdernos.


Sé que no estás aquí y sé que no volverás y, por primera vez, puedo respirar.
Umadhun no es tu refugio, es el mío. Igual que Idhún ya no es tu mundo, también es el mío.
Gracias por mostrarme el camino y por soltar mi mano, algún día me agradecerás que yo
también soltase la tuya.


Levanto la vista al cielo y sonrío tanto como mis facciones escamosas me permiten.
Sé que no habrá más conjunciones astrales que te traigan de vuelta, que nos perdimos
demasiado como para volver a encontrarnos.
Despliego mis alas y me alejo en dirección a ninguna parte con la tranquilidad de que he
dejado de buscarte en cada sombra.
Gracias por la llave.
Gracias por el dolor.
Gracias por desear no haberme conocido cuando me fui.
No es culpa tuya que no haya sido lo que necesitabas, pero por fin he entendido que tampoco
es mía.


Esta libertad me sienta bien, pues ni todo el fuego de un Dragón podrá nunca derretir el hielo
de un Shek. Pero también sé que no estarás en Umadhun, que has desparecido para siempre y ya no me
duele.
Adiós dragón, gracias por mostrarme el camino y espero que encuentres el tuyo.

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